Aquel hombre me cuenta la historia que para premiar un acto heroico, un viejo dios había hecho el milagro consistente en que siempre sería de día para su pueblo. Yo le hice ver su error al señalarle que era de noche. Él sólo sonrió y me respondió «Siempre será de día para mi gente», mientras se quitaba los lentes oscuros.
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