El príncipe sube la alta torre y la cama la encuentra vacía.
«No está». Le dice el dragón. «Cuando la princesa se dio cuenta de que iba a estar cien años dormida, y que al despertar no iba a conocer ya a nadie, prefirió no caer dormida y entonces vivir su vida de la mejor manera. Feliz a pesar de no ser para siempre.»
El príncipe está consternado.
El dragón continúa: «La princesa no está, pero si quieres puedes conocer a su nieta. O a su hija, es decir: la madre de su nieta. Todas ellas, unas mujeres bellas y muy despiertas, y felices… siempre.»
La Bella Despierta
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