Estaba en la cocina lavando los trastes y cuando volteé, ahí estaba.
– ¡Me has dado un gran susto!
Callado, lejano, como ausente. Con una sonrisa idiota en la cara, casi inexpresiva.
Intentó decir algo con medias palabras, gruñidos y señas.
Todo seguía igual. Seguíamos teniendo serios problemas de comunicación, así que lo volví a enterrar.
Serios problemas de comunicación
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