La misma piedra

Tropecé de nuevo con la misma piedra. 
Sí, la misma que le enseñó a José Alfredo que su destino era rodar y rodar. 
Y que con dinero y sin dinero siempre haría lo que quisiera. 
La que le enseño que él seguía siendo El Rey. 
Y que su palabra era la ley. 
También que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar. 
Sí. Tropecé de nuevo con la misma piedra. 
Pero yo con ella sólo aprendí que existen nuevas y mejores palabrotas. 


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