Las palomitas se fueron oscureciendo hasta ponerse del tono de sus negras intenciones. Todas mirándome en silencio reprobando lo que hice y que no podría olvidar. Finalmente volaron dispuestas a atacarme. ¡Todo por mi decisión de echarles caramelo en lugar de picante!
El vaso de refresco está en mi mano. Frío… cada vez más frío… Sé que no debo, pero el líquido oscuro gira lentamente atrayéndome a la perdición. Bebo y bebo hasta que algún día vea el fondo de aquel pozo interminable en el que he caído; e irremediablemente seguiré cayendo…
Palomitas y refrescos (viendo películas de terror) (función doble de microcuentos)
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