Aquel comerciante se negaba a hacer un descuento en el precio.
«No es por mi, es por mi socio, él es un tipo muy duro y malo, y no permite que se rebaje ni un solo centavo».
Después, el comerciante, puesto que no tenía ningún socio, pedía perdón a Dios por mentir. El Todopoderoso sólo sonreía porque él también utilizaba el mismo truco cuando no quería afectar su reputación.
Socio
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