Siguiendo el camino

«¡Cómo quieras!» dijo el descorazonado. 
«¡A dónde sea!» dijo el descerebrado. 
El otro no tuvo el valor de contestar. 
La niña cargó a su pequeño perro y tomó la decisión. 
«Está bien. ¡Seguiremos el camino amarillo!».


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