Hay ciudades que mueren lentamente, abandonadas por sus pobladores; poco a poco van llenándose de polvo y de olvido. Por otro lado están las ciudades que mueren velozmente por un golpe mortal que les da algún enorme monstruo mutante venido del mar. Éstas últimas son la envidia de las primeras, que quisieran una muerte rápida y espectacular glorificada en una serie de películas de culto.
La muerte de las ciudades
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