Sabía que lo estaban espiando. Era por eso que vivía dos vidas; la pública, en la que aparentaba ser otro, y la real, que ocultaba a todos para que nadie supiera nunca la verdad.
Era cuestión de cuidar todos los detalles y actuar siempre en su papel, inventado hace ya tanto tiempo, que prácticamente no recordaba ni siquiera cuándo comenzó esta farsa.
Una vez más, quería pensar que había tomado todo en cuenta, pero no se atrevió. Podrían estar espiando hasta sus pensamientos.
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