Aquel escritor de minificción era tan novel que sus obras completas cabían en un boleto de tren hacia cualquier destino, en media servilleta usada una única vez, en una rebanada de pan con mermelada, en un panfleto arrugado doblado cuidadosamente, en el plato de una sopa de letras, en la suela de un zapato desgastado, en una tarjeta de presentación completamente en blanco, en la imagen de un espejo, en el margen de una hoja arrancada presurosamente, en un calcetín (preferentemente blanco) del pie izquierdo, en el cachito de un billete premiado de lotería o, en caso extremo, en la palma de una mano temblorosa.
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¿Y tú, dónde anotas tus ideas, en dónde las has anotado, o en dónde las vas a anotar? :-]
Las obras completas de un microcuentista novel
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