A aquel hombre le gusta disfrazarse de pordiosero y entonces ponerse a pedir limosna.
La gente del pueblo fingimos no reconocerlo y le damos unas monedas o comida.
Al llegar la noche el hombre se quita el disfraz y vuelve a meterse a su féretro en el cementerio lamentando no poder continuar su juego y seguir más tiempo disfrazado de vida.
Disfraz y juego inmortal
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